lunes, 17 de diciembre de 2007

MARATÓN ESPADÁN 2007

16-12-07
5h 25’ 41”

He llegado a esta carrera mejor entrenado que nunca. He empalmado una racha muy constante de entrenes sacando una media de cerca de 80 km a la semana. También contribuye el cambio de tiempo, desde el calor aplastante del verano al fresco del otoño, se siente uno más ligero. Además hice unos entrenes en el mes de agosto en Cerler que me han ayudado mucho.
Me enteré de la carrera por unos vecinos. Me dijeron que es muy bonita y dura y me empezó a interesar. Eché un vistazo a la web, vi el recorrido, el perfil y ya lo tenía claro. Se lo comenté a Ramón y no se lo pensó. Solo me preocupaba una cosa: perder ritmo de entrenamiento para la próxima maratón de Valencia. Pero bueno, nos lanzamos a ver que ocurre.
La mañana del domingo está lloviznando. Salimos temprano para llegar sobre las 7 al pabellón deportivo desde donde se dará la salida. Somos casi los primeros en retirar el dorsal y poco a poco se va llenando de corredores. Veo a Jaime calentando y charlamos un rato. Se acerca la hora y, por fin, nos ponemos en marcha.
Salida por las calles de Segorbe, ligeras cuestas saliendo del pueblo donde me voy quedando casi de los últimos. Cogemos la senda a la salida del pueblo y sigo yendo muy despacio. Ramón ya hace rato que me ha pasado a su ritmo pero yo prefiero no cambiar, me cuesta entrar en calor y no quiero desfondarme al principio.
Una de las cosas más complicadas de esta carrera ha sido elegir la ropa: mallas, camiseta y forro polar, gorro y guantes. Sin embargo, aún encontrándonos con nieve en las partes más altas, los guantes no van a ser necesarios. La temperatura nos dará un respiro ya que no bajaremos de cero grados.
Proseguimos con el recorrido después de algún sube-baja por la cresta de Rascaña y llegamos a La Vall, donde reponemos fuerzas en el segundo avituallamiento. Ya he recuperado la distancia con Ramón y volvemos a correr juntos. Salimos de La Vall y empiezan las cuestas fuertes para subir al Bellido. Aquí disfruto las subidas manteniendo un trote lento y constante que me permite ir adelantando a los demás corredores. Después de unas zonas más llanas con algún descenso puntual aparece una rampa donde empiezan a verse manchas de nieve. Aquí la subida se pone más complicada y el ritmo ya no es tan cómodo. Afortunadamente se supera pronto el tramo y volvemos a una pista preciosa, en vertiente norte y con un mantillo de nieve de pocos centímetros casi intacto, apenas pisado por los corredores de delante.
Al final de la pista, en un recodo con el sol de frente y el suelo embarrado, con todos los sentidos dedicados a evitar resbalones cometo el error. Sigo por la pista que comienza a bajar, no hay corredores delante, sigo bajando y al poco me encuentro con un grupo parado y mirando a todas partes alrededor. ¿Qué ocurre? ¿Dónde están las cintas? ¿No hay cintas? ¡Arriba! ¡De vuelta, nos hemos equivocado!
Sin esperar respuesta me giro y enfilo la subida a toda prisa. Una lástima porque llevaba un ritmo bastante bueno y el despiste me va a costar diez minutos. Recuperamos la senda en el recodo que marcaba el cambio de pendiente y bajamos al barranco de Aguas Negras. La bajada es muy delicada por lo resbaladizo del terreno. Aquí piso en falso y me lastimo la pierna izquierda, lesión que me va a durar varios meses. Continuamos bajando hasta el cierre del barranco justo ante la falda del Espadán. El tramo que abordamos es muy duro por el desnivel que hay que superar. Incluso en ocasiones hay que ayudarse con las manos para superar los ribazos. La ladera está orientada al sur y el sol llega a ser bastante molesto.
Pronto alcanzamos la pista que viene desde la Nevera y en un recodo subimos por un barranco al lado de la cueva del Estuco. Seguimos por una senda entre pinos con pendiente bastante fuerte hasta alcanzar la cumbre. La última parte es bastante técnica, sobre todo por el barro y nieve que hay entre las rocas. También coincide el itinerario de subida con el de bajada con lo cual se produce alguna retención entre los corredores en los pasos más delicados.
Por fin encaramos el descenso en el que me encuentro muy cómodo aunque mantengo una actitud conservadora ante lo que queda de carrera. Dejamos la pista que baja desde el avituallamiento del Espadán y entramos en una senda que discurre por el barranco de Almanzor. Aquí Ramón se lastima un tobillo y se queda rezagado, ya no le veré hasta la meta. El resto de la carrera es bastante fácil, la única dificultad es el cansancio acumulado por los kilómetros. El último tramo es muy feo ya que atraviesa zonas de huerta bastante descuidada de las afueras de Almedijar y Castellnovo para acabar entrando en el asfalto recalentado por el sol de un polígono, justo antes de Segorbe.
La entrada al pueblo es en ligero ascenso y no lo resuelvo muy bien, me voy frenando y me cuesta mantener el ritmo. Finalmente, y con el soplido en la oreja de los corredores que me siguen, entro en el pabellón manteniendo el tipo durante los últimos doscientos metros.
El balance de la carrera es bastante bueno. En la parte negativa hay que anotar el descuido al equivocarme de camino, la lesión de la pierna izquierda al descender por el barranco Malo y la dificultad en mantener el ritmo en el último kilómetro. En lo positivo está el progreso en los trotes cuesta arriba, los buenos descensos por los barrancos y el ritmo regular durante toda la carrera.
En resumen, ha sido una carrera bonita, especialmente en los tramos centrales donde cogimos altura y pisamos un mantillo de nieve, una buena prueba de montaña en invierno.

domingo, 13 de mayo de 2007

MARATÓ I MITJA CASTELLÓ PENYAGOLOSA 2007

12 de mayo de 2007
tiempo: 9h 44’03"


Vuelvo a las carreras. Después del parón del segundo semestre de 2006 con aventuras por la universidad y malas noches por Daniel, vuelvo al rí­o a gastar zapatillas. Empiezo en enero y ni me planteo la maratón de Valencia. Hago básicamente rodajes de diez o quince kilómetros con una media semanal de 50 saliendo tres o cuatro días. Sin haberlo planificado previamente, llego a abril con un estado de forma aceptable, por lo que me planteo ya en serio apuntarme a la Mim sin un objetivo prefijado más allá que mejorar el tiempo de 2006.

Por segunda vez me planto en el hotel Intur con mi equipaje. Colas y buen ambiente para la recogida de dorsal, y bastante expectación con lo que tendremos al día siguiente. Proyección de un video en la feria del corredor, veo en las imágenes a un corredor conocido del río, rápido, pelo blanco y un estilo bastante peculiar. Sin más cosas de interés me dirijo al hotel a cenar. Allí me encuentro con otro corredor un poco “pirao”, cena rápida, algo de charla y a descansar.

Duermo apenas 4 horas y suena el despertador. Equipo preparado y revisado, me dirijo a la salida. Hará buen tiempo, incluso mucho calor. Llevo el depósito de la camel lleno. Ambiente bueno ya a punto de salir, música a tope, ganas de empezar y ¡por fin!, empezamos a correr.

Corro ya desde el principio, al contrario que el año pasado que empecé bastante después. Troto despacio, quedándome de los últimos, pero la carrera es larga y no me preocupa. Avanzamos por la avenida del estadio, pasamos al camino que cruza la autopista, subimos por el cuartel de la policía local, las urbanizaciones y el atasco en la senda de Borriol. Este año menos que el anterior pero fastidioso también. Creo que se pierden más de cinco minutos en esta aglomeración, debería correr más al principio para evitarlo. Subo a paso vivo por la senda, encaro la bajada de la cantera hacia el golf a buen ritmo. Estoy bastante optimista, creo que puede salir bien. El sol despunta por el horizonte cuando sobrepasamos Borriol y empezamos las cuestas de la sierra. Allí empezaremos a darnos cuenta de lo que nos espera, sol aplastante todo el dí­a.

Subo la sierra manteniendo paso vivo alternado con trote y con buenas sensaciones. Alcanzo la cima y encaramos hacia el primer control: La Pedra, con 1h 37’, no es mal tiempo, una ventaja de 10’ sobre 2006.

Sin embargo, la siguiente etapa hasta La Bassa no resulta tan brillante. La mejora respecto a 2006 es solo de dos minutos. Sin saber exactamente los tiempos, en plena carrera ya voy intuyendo que esto no va ser fácil. Y es evidente, ya que no puedo mantener el ritmo de la etapa anterior. El sol empieza a subir y el flojo entrenamiento de los meses anteriores no permite alegrías.

La renta de doce minutos sobre el año anterior va a ir esfumándose paulatinamente. En Useres cedo tres minutos, y bastante de mis reservas. Hasta aquí el acumulado sigue siendo favorable, gano nueve minutos sobre 2006. Llego al control no muy mal, pero con la sensación de que mejorar el año anterior va a ser difí­cil. Repongo fuerzas y charlando con otro corredor salimos juntos. Pero la diferencia entre los dos es brutal. En la trepada de la salida del pueblo empiezo a hundirme, le digo que siga, que prefiero llevar mi propio ritmo porque no puedo más. Subo como puedo pero estoy bastante chasqueado porque no esperaba esto. A partir de este momento empieza otra carrera, la de la agonía, porque voy a ir arrastrándome el resto del camino. El goteo de corredores que me adelantan será constante. A un ritmo cansino alcanzo Sant Miquel donde ya apenas me detengo a comer y beber algo. El hachazo a sido brutal, esta etapa me ha costado media hora más que el año pasado y el retraso acumulado es de veinte minutos. Sin embargo, no me noto muy desmoralizado, soy consciente de las condiciones que tenemos, el sol es muy fuerte y no sopla viento. En general voy viendo que casi todos los corredores van mal.

Relleno la camel y sigo hacia Xodos en lo que será la etapa decisiva. Acercándome a las primeras cuestas de la Lloma Bernat empiezo a sufrir calambres bastante fuertes. Tengo que reducir el paso al mí­nimo, apenas si avanzo, pero no quiero parar. Sorbo líquido constantemente, los calambres me atenazan, ¿son así los abandonos? En las rampas más duras de la Lloma tengo que parar frecuentemente. El fantasma del abandono aparece en mi mente, con las piernas así no soy capaz de hacer los casi veinte kilómetros que me quedan y subir hasta Sant Joan.

El sol sigue su camino sobre la carrera sumándose al agotamiento que sufro. No veo otra solución que avanzar, paso a paso, muy despacio pero sin parar, y beber constantemente, sorbo tras sorbo. De esta forma los calambres van bajando en intensidad y empiezo a recobrar la confianza. Alcanzo la cima de la Lloma y parece que podré seguir. Un impulso más, ya veo Xodos, la bajada al valle me ayuda e incluso revivo un poco y las fuerzas vuelven. Por fin la subida pedregosa y la entrada al pueblo.

Aunque tengo la sensación de haber sufrido la etapa más dura, el retraso ha sido sólo de diez minutos respecto de 2006. Repongo fuerzas en el control y encaro las primeras rampas del Marinet. Al principio con precaución por lo sufrido en la Lloma, pero hacia la mitad de la ascensión me encuentro mejor y soy capaz de iniciar trotes, incluso mantenerlos y recuperar posiciones. Por fin parece que he recuperado algo y en la llegada al control me encuentro mucho mejor, me he dejado siete minutos en la subida, cojo una botella de isotónico y sin detenerme prosigo hacia la meta. Son solo tres kilómetros y medio en los que no podré recuperar apenas nada del tiempo perdido pero tengo ganas de hacerlos rápido.

Y así es, con cuatro minutos menos que el 2006 hago una bajada en 21’, con bastante agilidad y ganas de llegar. Tiempo total: 9h 44’, treinta y cinco más que el año pasado. Tres factores han condicionado este retraso: el calor, un inicio demasiado rápido y el flojo entrenamiento de los meses anteriores. Sin embargo, respecto al resto de corredores no ha ido tan mal: de 1073 inscritos llego en el puesto 300 de un total de 822 llegados a meta, es decir, en el 36,5% con 250 abandonos. En 2006, con 1114 inscritos alcancé el 312 de un total de 914 llegados, en el 34,1% con 200 abandonos. Creo que a pesar de todo el balance es positivo, en 2006 las condiciones fueron buenas, con temperaturas más suaves por lo que hubo menos abandonos. Al final, un retraso de treinta y cinco minutos y doce puestos adelante en la clasificación.

lunes, 1 de enero de 2007

SE ACABÓ EL PARÉNTESIS

Se acabó el paréntesis del otoño de 2006 y la aventura universitaria, y vuelvo a ponerme las zapatillas y a patear el río. Ponerme en forma será cuestión de unas semanas pero la Maratón de Valencia está descartada, no es cuestión de prepararme en un mes para luego quedarme tirado a mitad carrera. Estoy sacando una media de tres días por semana y 45 km y voy notando bastante mejoría. Cuando llega abril empiezo a pensar en la Marató i Mitja y en la posibilidad de hacerla. He representado con un par de gráficas la mejora obtenida con los entrenes, tanto en pulsaciones como en minutos por kilómetro. Todos los entrenes de estos cuatro meses han sido rodajes de mayor o menor intensidad trabajando las distancias de 10 y 15 kilómetros. Es, desde luego, un entrenamiento incompleto, pero es lo que he podido hacer por falta de tiempo. Con la medida de pulsaciones por kilómetro trato de dar un valor a cada sesión de entrenamiento que me permita compararlas y homogeneizarlas. Con este valor puedo ver directamente la mejora de la forma física cuando lo obtengo de distancias y tiempos similares. Ahora sigo manteniendo registros de los entrenes, añadiéndoles comentarios de interés, pero he introducido mucha variedad. Además de rodajes hago series y cuestas y aplico algo de lo aconsejado por García del Moral en la prueba de esfuerzo que me hice el pasado septiembre, teniendo en cuenta los umbrales metabólicos y regulando las intensidades según la pauta 5+4+1 o 4+3+1 para ciclos de entrene quincenales con cinco días o cuatro días por semana respectivamente.